Todo depende de la banda sonora
por Lucas Sánchez
Al final, todo depende de la banda sonora que le pongas porque cuando la cámara está lejos, alguien tiene que chivarse de los detalles que todavía no ves en la escena.
Porque aunque sea una trastienda, la música directamente pinchada de una radio con la típica música-para-pasar-el-rato no le pega. Pero no le pega porque, cuando la cámara empieza a robar intimidad a la pareja, él está de espaldas sentado en una silla y ella está de frente, sentada sobre él.
No podría sonar Heartbeats de José González porque no son pareja. Porque además, pocas parejas follan en la trastienda de una peluquería. O porque las que follan en la trastienda de una peluquería, nunca pondrían Heartbeats de José González como banda sonora de un polvo salvaje en una silla.
Al final, todo depende de la banda sonora que le pongas porque en general estamos acostumbrados a que los detalles sean redundantes. Y como aparezcan detalles que no estaban en la música, alguien ha hecho mal su trabajo. Y no serán ni la joven peluquera ni su particular visita.
No podría sonar Sexual healing the Marvin Gaye, ni siquiera la versión de Ben Harper porque no casa con el ritmo. Con SU ritmo. Porque mientras se acerca la imagen, lo que se ve es sexo de trastienda sucio y salvaje. Sucio y rápido. Si se puede llamar rápido algo que ya dura dos días.
Porque la visita no venía para quedarse, venía para coger lo que había en la caja y salir corriendo. Por eso tampoco podría encajar Sweet Disposition de Temper Trap. Tiene algo más de ritmo, pero la escena no tiene nada de dulce. Porque si el decorado no es dulce, la escena tampoco. Porque si el decorado fuera dulce, sonaría José González.
No podría sonar ni siquiera Sex on fire de los Kings of Leon. Da con el ritmo, da con la sucia trastienda, pero no pega con los cables del secador ruso que mantienen maniatado al invitado. Porque ahora que se acerca la cámara, ya se pueden ver las manos doloridas del atracador y sobre sus hombros los pechos de la peluquera.
Al final, todo depende de la banda sonora que le pongas, porque no es lo mismo hacer el amor que follar. Porque no es lo mismo querer a que te obliguen. Porque la música no debe desvelar los secretos, ni chocar contra las evidencias.
Sinceramente, no sé que canción pegaría con la patada en el pecho o con la llave de karate. Con el arte de desnudar y atar delincuentes inconscientes a una silla o con un régimen de solo viagra durante dos días. Con abuso corporal como castigo a un intento de robo.
Pero sin canción, solo quedará una dramática historia de solo texto sobre sexo duro de trastienda. Porque al final, todo depende de la banda sonora que le pongas.
[Como siempre, «La historia es real, la ficción es mía»]