3:30

por Lucas Sánchez

La canción perfecta dura 3:30. Ni te lo pienses. Ni siquiera lo mires. En serio, la canción perfecta dura tres minutos y treinta segundos.

Puedes negarlo e ir corriendo a medir tus canciones favoritas. Irá en tu contra porque perderás tu preciado tiempo para darte cuenta de algo que ya te había dicho.  Pero adelante, ahora que yo, ya te digo que dura 3:30 y que encima, lo sabían todos.

Lo sabía Marvin Gaye y lo sabía Clarence Carter. Da igual que Let´s get it on o Slipping away duren 4:51 y 2:41 respectivamente. Créeme, lo sabían.

Cat Stevens compuso The wind para que no superara el minuto cincuenta y estoy seguro de que lo hizo adrede. Y si la has escuchado entenderás perfectamente el adrede. Como es imposible pasar por Nothingman the Pearl Jam sin volver a sus acordes como si no pudieras hacer otra cosa. Como si no quisieras hacer otra cosa.

La canción perfecta dura 3:30, asúmelo. No es tan complicado aunque sea importante.

Y no hace falta que te la receten. Tu cerebro, como el mío, busca tres minutos y treinta segundos. ¿En serio necesitas una referencia? ¿En serio?

Pincha con tu ratón o con tu aguja tocadiscos en The River y pasarás cinco minutos exactos de placer sensorial. No servirán para nada más. Es demasiado larga y el Boss lo sabía. Se le fue de las manos entre libretas y cuerdas desafinadas en la famosa casa en la que grabó el Darkness in the Edge of Town. La armónica era demasiado protagonista, pero claro, tú te quedaste pegado a esa armónica como la saliva de Springsteen. Es absurdo que te culpes porque, en serio, nadie más que tú mismo te culpa.

Y te culpes o no, no mide 3:30. Y ahora sabes que la canción perfecta dura 3:30.

Elton John sabe mucho más de música que tú. Admítelo. Y tocaba el piano como tú respiras, sin pensar. Y compuso Tiny Dancer respirando. Y, de nuevo, se le fue de las manos. Más de seis minutos. Todavía se pregunta en qué coño estaba pensando.

Simon y Garfunkel también lo sabían e intentaron la perfección con América. Si alguna vez has intentado dormir a un niño sabrás que América es la apuesta perfecta. La apuesta-perfecta-con-tres-segundos-de-más. Los tres segundos de más que empeñas en guardar una estética hortera perfecta para la portada del que sería su Greatest Hits.

Todo porque no eran capaces de hacer un único Great Hit de 3:30. Pero no te preocupes por ellos, les consuela muchísimo que Start me up de los Rolling dure lo mismo.

Corre, refúgiate en Hurt de Johny Cash y mira corriendo lo que dura. Demasiado tarde. Su gran éxito se pasó de segundos. Se quedó con tu alma y con tu domingo por la tarde. Y es que tu alma y tu domingo por la tarde pesaban seis segundos de más.

Más de 800 palabras y sigues dudando. Sigues pensando que todo lo que te he dicho es mentira. Yo solo puedo decirte que busques tu 3:30. Que tengas las agallas de encerrarte solo con ella. Y que la escuches durante una hora. O media. Que la escuches dos veces por lo menos.

Si alguna vez encuentras tu 3:30 no querrás volverla a escuchar de inmediato. En serio, no querrás. Entonces te darás cuenta de que no querías canciones perfectas. Querías, como todos, canciones que duraran más, o menos. Canciones que quieres volver a escuchar inmediatamente, porque no duran 3:30.